No sólo de café vive el hombre…

Percibir el aroma, sorber para oxigenar las papilas gustativas… identificar el retrogusto que deja el café en la boca. Así comenzó una breve explicación de cómo beber café… una cata donde para los que amamos el café y no concebimos comenzar el día sin él, términos como cuerpo, corazón y crema, que al mezclarse hacen que el shot de espresso muera, nos parten el corazón.

Su fútil existencia: 30 segundos, luego de ese tiempo, el espresso muere.

Yo amo el sabor a café desde que era muy chica. Recuerdo que a los 6 años pedía café con leche helado para hacer la tarea: un enorme vaso de esos de puesto de licuados, lleno al ras, con café oro y mucha – quizá demasiada – azúcar. Así transcurrieron mis tardes infantiles para hacer la tarea, hasta que descubrí las galletas emperador de chocolate acompañadas de un frutsi… los snacks ochenteros.

Puppy love el mío con el café oro… luego fue madurando hasta llegar a apreciar esos shots de espresso con cuerpo, corazón y crema. No pretendo ser experta, pero digamos que mi paladar ha madurado.

Mi historia con el té es otra cosa. En México, nuestra tradición se fundamenta en los “tés” de manzanilla, menta o gordolobo – y los relacionamos para curar algún mal, ergo, los tomamos cuando estamos enfermos de algo.

A mí me echaron a perder la manzanilla y el licor de anís cuando me lo recetaron para aliviarme un cólico fortísimo: nunca más, me dije. Me supo fatal esa mezcla. Ahora no tomo ni manzanilla ni anís, y solía evitar los tés porque “ni que estuviera enferma”… hasta ahora.

Partamos de lo básico. Sólo hay 5 tipos de té: negro, oolong, verde, blanco y pu-erh, todos vienen de la misma planta (Camellia sinensis) y lo que cambia es el grado de oxidación. El resto, son infusiones.

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Para apreciar el té primero hay que olerlo, luego sorber un poco para – al igual que con el café – oxigenar las papilas gustativas. Eso que tu mamá te dijo que no hicieras porque era de mala educación, sorber, es un paso básico para apreciar los sabores.

También debes fijarte en su apariencia, en los colores… y checar si es ácido – hace que salives, o astringente – te seca la boca.

El probar el té fue solo el primer paso para comenzar a sorprendernos con las increíbles combinaciones, la calidad de las mezclas y sobretodo, la pasión que puede generar una bebida que dista mucho de ser simple.

Me enamoré por completo de dos mezclas, Chai Rooibos y Swedish Berries. La primera contiene rooibos, semillas de cardamomo, raíz de jengibre, clavo, anís, anís estrellas, regalíz, pimienta rosa, pimienta negra, cáscara de limón y de naranja. O sea… una fiesta divertidísima de especies y sabores que no podemos dejar únicamente en el té: Quiero hacer unas galletas y agregarles esos sabores de alguna manera… o ¿qué tal infusionar la leche de los roles de naranja con este té?

Me emociona ver las pimientas y el cardamomo enterito en esa mezcla.

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Por su parte, el Swedish Berries tiene pasas, berries surtidas e hibisco. Sí, las pasas y las berries te las puedes comer sin problema… no están hechas puré, o platicadas en mini pedacitos.

Hay otro que debo probar porque se ve divino (y de la vista nace el amor, ¿no?), se llama Jasmine Dragon Phoenix Pearl. Son bolitas formadas de los brotes de té verde combinadas con esencia de jazmín. Simplemente espectacular.

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Para la mayoría de los asistentes fue una sorpresa descubrir tantas mezclas de té bien logradas y tanta pasión en el personal que nos recibió. Creo que uno de los mayores atributos en las comidas – y en las bebidas – es el factor sorpresa, lo agradeces y lo valoras, es lo que buscas constantemente.

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Fue una mañana muy divertida llena de conocimientos; no sé mucho de té, pero creo que una visita a The Coffee Bean & Tea Leaf es un buen principio. No me parecen exorbitantemente costosos (las bebidas preparadas se mantienen en el mismo rango que el resto de las franquicias que son su competencia) y las latas de té rondan los $200 por 20 bolsitas.

Por si fuera poco, su barra de comida es buenísima: tienen una dona de chocolate que no puedes soltar – literal, y un panqué de chocolate, vainilla y dulce de leche muy rico.

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Y como no sólo de café (y ahora de té) vive el hombre, sus Ice Blended también son deliciosas. Mi favorita es la de plátano, la combinan con fresa… y arriésguense y pídanla con chocolate: serán felices.

Si quieren saber un poco más de té, les recomiendo que lean Los Cinco Mandamientos del Té de @issaplancarte. 5 sencillos pasos para disfrutar de un buen té, porque es delicado y tiene sus trucos… creo que al final eso es lo que lo hace más divertido y desarrolla cierta complicidad que te obliga a tomar la taza con las dos manos.

Si tienen recomendaciones de té (y cafés, ¡por supuesto!) pasen por acá a dejarlas. Se agradecerá que colaboren con este recién adquirido vicio.

Síguelos (porque además tienen buenas promociones):

@CoffeeBeanMx

Y pregunten por el #menusecreto 😉

6 comentarios sobre “No sólo de café vive el hombre…

  1. Yo no se mucho de tés pero si se que me gusta y mucho. He ido aprendiendo cosas leyendo por aquí y por allá y este artículo me encantó. Uno de mis tés favoritos, al igual que tu, es el de jazmín. Me cuesta mucho trabajo encontrarlo y hasta ahora solo he probado uno (souvenir de una amiga que se fué a Australia) tan aromático y tan rico que cuando puse la bolsita en el agua, empezó a oler toda la oficina a jazmín 🙂 En Teavana lo venden, pero el día que fuí no tuve oportunidad de comprarlo así que con tan solo olerlo salí muy contenta.

    Otro de los tés que tanto me gustan, es el negro. Me encanta tomarlo con leche de soya (porque es más cremosita y el sabor a vainilla le da un toque acogedor al té jeje). Me gusta tomarlo en la tarde, en la cena y los domingos cuando voy a comer a casa de una de las hermanas de mi novio ( siempre me prepar mi té con leche y le queda súper rico).

    Y por último, el té verde. Ese té es mi compañero al final del desayuno, al final de la comida y cuando me siento tan llena que no puedo más. Es ligero, calientito y siempre cae muy bien al estómago. Unas amigas taiwanesas nos regalaron uno que nos trajeron de China ( era de esos tés que pones en tetera porque son varias hojas que no vienen en bolsita) y hasta ahora ha sido el mejor que he probado. Me gusta mucho el de Twinnings, aunque no me quejo de las bolsitas de Laggs & McCormick 🙂

    Últimamente descubrí que me gusta mucho la marca de tés Theodor y que te recomiendo mucho. Solo he probado un té negro (muy aromático) y el de jazmín. Lo he probado en restaurantes como El Japonez y en Queseria de Mi y he visto que lo venden en City Market.

    Conch, que padre experiencia tuviste catando (creo que si se dice así) tés. Gracias por compartir lo que aprendiste 🙂

  2. Tu dicotomia por el gusto al café y el Té, podrían ser genéticamente explicables…En 1888 llegaron a Nicaragua, país donde naciste, dos hermanos ingleses Alexander y Charles Pannell Cuthberson Potter, atraídos por la invitación del Presidente Zelaya, para promover el cultivo del café.
    Charles encontró en el norte de Nicaragua, entre cañadas y cerros, una zona ideal para el cultivo del café. Por lo escarpado del terreno cubierto de selva tropical húmeda, la finca fue conocida como «El Disparate». Charles Potter fue el padre de tu bisabuela paterna.
    Como buen Inglés Charles Potter todos los sábados a las 4 de la tarde,invitaba a sus vecinos a tomar el Té. Se dice que Don Charles, con guantes blancos y corbatín, servía personalmente el té, en teteras de plata, acompañado con galletas inglesas; los invitados, antes de llegar a la finca se «acicalaban» bañándose en un río que cruzaba las plantaciones de café, cambiándose de ropas y poniéndose zapatos lustrados (boleados), antes de pisar los jardines de la finca y asistir a la ceremonia del Té.
    Los campesinos que pasaban cerca de la casona, murmuraban en voz baja al ver de lejos tanta formalidad para tomar aquella infusión de hojas, en medio de aquellas montañas … «es otro disparate de Potter», decían.
    Es así que un pionero del cultivo del café en Nicaragua, seguia tomando y promoviendo la ingestión de Té a la usanza inglesa… ése era tu tatarabuelo.

    1. Je! Un tatarabuelo cafetalero y otro vainillero… ya sé de dónde salí tan tragona y antojadiza. Investigaré más y escribiré sobre eso. Gracias por leerme pá, te quiero!

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