Nomofobia, ¿celular o no celular?

Phrases02

Dice Luciano Pavarotti “Una de las cosas más bonitas de la vida es esa pausa que tenemos que hacer regularmente y sin importar nada, dedicar nuestra atención a la comida”. Por su parte, M.F.K. Fisher, reconocida autora de libros de cocina, agrega que “Compartir la comida con otro ser humano es un acto íntimo que no se debe tomar a la ligera.»

Phrases01

No me malentiendan: amo la tecnología, respeto las redes sociales y tampoco puedo vivir sin ellas. He conocido a personas de lo más interesante gracias a ellas, y sin duda el poder compartir lo que pensamos a través de estas herramientas fomenta la comunicación y la libre expresión de las ideas.

Sin embargo, aplaudo la iniciativa de muchos restaurants que invitan a los comensales a apagar el celular, a dejarlo a un lado… a encerrarlo. Incluso, hay algunos sitios que ofrecen descuentos si dejas tu celular en la entrada.

Leía en El País Semanal un artículo llamado Érase un hombre a un teléfono pegado, con cifras francamente ridículas, en particular cuando te miras y caes en la cuenta de que en efecto… formas parte de esa estadística.

¿Estás aburrido en la mesa? Te pones a tuitear, a revisar esa oferta que viste, o le picas a este artículo. El informe del Pew Research Center de 2012 indica que un 13% de los usuarios fingen usar su Smart phone para evitar interactuar con la gente que tiene alrededor, y un 43% de ellos se entretienen con el teléfono porque lo que tienen cerca les parece aburrido.

La relación con nuestros teléfonos se ha convertido en un asunto verdaderamente romántico. Salir a comer “solo” ya no es igual. Si no apartas los ojos de la pantalla, no tendrás encima la mirada de lástima que genera el que debas comer por tu cuenta: En una encuesta realizada en 2012 por el Canal Spike TV, el 80% de los hombres dijeron que “amaban” su teléfono porque “les daba seguridad y les hacía la vida más fácil”. El 68% de los británicos contestaron a otra encuesta de la compañía YouGov, afirmando que renunciarían a la cerveza, al vino, los chocolates, los zapatos, la televisión y hasta al coche durante un mes, a cambio de quedarse con el teléfono celular. El 22% de ellos aseguraron que “el teléfono móvil es lo más importante que se llevan cada noche a la cama”.

¿Por qué les cuento esto? Porque me pone mal cuando la gente se reúne alrededor de una mesa para compartir los alimentos que los anfitriones han preparado – o al menos planeado – con dedicación, y todos miramos al celular. ¿Cuántas veces la mesa completa se ha quedado en silencio porque todos miran absortos sus pantallas? ¿Cuántas veces por mero reflejo has alargado la mano para ver esa notificación que acaba de entrar? ¿Y qué tal la ansiedad que provoca tener solo un 20% de batería? Nomofobia, que le llaman: terror absoluto a quedarte sin celular.

Yo soy de esas anfitrionas que ponen empeño en la comida y cuando ví esta “jaulita” para celulares, la imaginé en la repisa a la entrada de mi casa: “¡Hola!, qué bueno que vinieron… si quieres dame tu abrigo, tu bolsa… ah, y tu celular.”… o la mamá “Niños, ya está la comida, lávense las manos, y encierren los celulares”. Mi marido diría que esa medida sería algo muy cercano a una dictadura, yo pienso que es regresar a lo que las abuelas llamaban “las buenas maneras”.

Cell Lock-Up Phone Cage
Cell Lock-Up Phone Cage

Platiquemos, veámonos la cara, dejemos pasar el tiempo, y enterémonos de los sucesos realmente importantes.

Vamos hasta al baño con el celular: la encuesta Harris Interactive realizada entre 2.000 dueños de Smart phones en Estados Unidos indica que a cualquier hora del día solemos irnos con el celular al baño. No sólo eso, uno de cada cinco estadounidenses dice que lo primero que hace después del sexo es mirar el teléfono.

Algunos estudios en Estados Unidos estiman que, mientras estamos despiertos, el tiempo promedio que pasamos sin mirar el móvil es de unos diez minutos.

Yo propongo encerrar el celular dos horas, lo que dura una buena comida de calidad con una plática de sobremesa no muy larga. ¿Lo lograremos? Incluso esos instagrameros fanáticos – como yo, que toman fotos a todo cuanto consumen.

¿Llegará el día en que en los restaurants separen a las “zonas de no smart phones”? ¿Que los que no sacamos el celular en la comida los miremos feíto? ¿Que se publiquen artículos de fondo del daño que provoca a las relaciones sociales el uso excesivo del celular? Digo, si ya ha reemplazado al cigarrito after sex, no estaría mal restringir el uso del celular a ciertas zonas.

No sé… yo propongo regresar a lo básico: apaga el celular, mirémonos la cara y regresemos a ese momento de intimidad que una buena comida sugiere (¡quizá hasta se ganen un descuento en algunos lugares!)

¡Celebremos!

Red Velvet
Foto de Mariana Sánchez

A veces los pequeños detalles son los que hacen la diferencia, y hoy quiero compartirles este cartelito que hice, y que creo que logra que los pasteles se vean aún más lindos.

Lo hice para el Baby Shower de mi cuñada, la frase es de Winnie Pooh, y la bandera base la saqué de este blog:

Las letras son producto de varias descargas, pero muchas de ellas las pueden encontrar aquí:

La que yo hice la pueden descargar dando click a la imagen. La imprimen en buena calidad sobre opalina, recortan y pegan sobre dos palitos de paleta, y ¡voilà! Tienen un pastel súper bien presentado, pero sobre todo, con una frase que es puro corazón.

Pastel

El pastel es un Red Velvet, la receta la pueden encontrar aquí en el blog.

Si se animan a usarla, ¡compartan las fotos!

No sólo de café vive el hombre…

Percibir el aroma, sorber para oxigenar las papilas gustativas… identificar el retrogusto que deja el café en la boca. Así comenzó una breve explicación de cómo beber café… una cata donde para los que amamos el café y no concebimos comenzar el día sin él, términos como cuerpo, corazón y crema, que al mezclarse hacen que el shot de espresso muera, nos parten el corazón.

Su fútil existencia: 30 segundos, luego de ese tiempo, el espresso muere.

Yo amo el sabor a café desde que era muy chica. Recuerdo que a los 6 años pedía café con leche helado para hacer la tarea: un enorme vaso de esos de puesto de licuados, lleno al ras, con café oro y mucha – quizá demasiada – azúcar. Así transcurrieron mis tardes infantiles para hacer la tarea, hasta que descubrí las galletas emperador de chocolate acompañadas de un frutsi… los snacks ochenteros.

Puppy love el mío con el café oro… luego fue madurando hasta llegar a apreciar esos shots de espresso con cuerpo, corazón y crema. No pretendo ser experta, pero digamos que mi paladar ha madurado.

Mi historia con el té es otra cosa. En México, nuestra tradición se fundamenta en los “tés” de manzanilla, menta o gordolobo – y los relacionamos para curar algún mal, ergo, los tomamos cuando estamos enfermos de algo.

A mí me echaron a perder la manzanilla y el licor de anís cuando me lo recetaron para aliviarme un cólico fortísimo: nunca más, me dije. Me supo fatal esa mezcla. Ahora no tomo ni manzanilla ni anís, y solía evitar los tés porque “ni que estuviera enferma”… hasta ahora.

Partamos de lo básico. Sólo hay 5 tipos de té: negro, oolong, verde, blanco y pu-erh, todos vienen de la misma planta (Camellia sinensis) y lo que cambia es el grado de oxidación. El resto, son infusiones.

DSCF3285-2

Para apreciar el té primero hay que olerlo, luego sorber un poco para – al igual que con el café – oxigenar las papilas gustativas. Eso que tu mamá te dijo que no hicieras porque era de mala educación, sorber, es un paso básico para apreciar los sabores.

También debes fijarte en su apariencia, en los colores… y checar si es ácido – hace que salives, o astringente – te seca la boca.

El probar el té fue solo el primer paso para comenzar a sorprendernos con las increíbles combinaciones, la calidad de las mezclas y sobretodo, la pasión que puede generar una bebida que dista mucho de ser simple.

Me enamoré por completo de dos mezclas, Chai Rooibos y Swedish Berries. La primera contiene rooibos, semillas de cardamomo, raíz de jengibre, clavo, anís, anís estrellas, regalíz, pimienta rosa, pimienta negra, cáscara de limón y de naranja. O sea… una fiesta divertidísima de especies y sabores que no podemos dejar únicamente en el té: Quiero hacer unas galletas y agregarles esos sabores de alguna manera… o ¿qué tal infusionar la leche de los roles de naranja con este té?

Me emociona ver las pimientas y el cardamomo enterito en esa mezcla.

DSCF3294-2

Por su parte, el Swedish Berries tiene pasas, berries surtidas e hibisco. Sí, las pasas y las berries te las puedes comer sin problema… no están hechas puré, o platicadas en mini pedacitos.

Hay otro que debo probar porque se ve divino (y de la vista nace el amor, ¿no?), se llama Jasmine Dragon Phoenix Pearl. Son bolitas formadas de los brotes de té verde combinadas con esencia de jazmín. Simplemente espectacular.

la foto-5-1

Para la mayoría de los asistentes fue una sorpresa descubrir tantas mezclas de té bien logradas y tanta pasión en el personal que nos recibió. Creo que uno de los mayores atributos en las comidas – y en las bebidas – es el factor sorpresa, lo agradeces y lo valoras, es lo que buscas constantemente.

DSCF3284-1

Fue una mañana muy divertida llena de conocimientos; no sé mucho de té, pero creo que una visita a The Coffee Bean & Tea Leaf es un buen principio. No me parecen exorbitantemente costosos (las bebidas preparadas se mantienen en el mismo rango que el resto de las franquicias que son su competencia) y las latas de té rondan los $200 por 20 bolsitas.

Por si fuera poco, su barra de comida es buenísima: tienen una dona de chocolate que no puedes soltar – literal, y un panqué de chocolate, vainilla y dulce de leche muy rico.

la foto-4-1

Y como no sólo de café (y ahora de té) vive el hombre, sus Ice Blended también son deliciosas. Mi favorita es la de plátano, la combinan con fresa… y arriésguense y pídanla con chocolate: serán felices.

Si quieren saber un poco más de té, les recomiendo que lean Los Cinco Mandamientos del Té de @issaplancarte. 5 sencillos pasos para disfrutar de un buen té, porque es delicado y tiene sus trucos… creo que al final eso es lo que lo hace más divertido y desarrolla cierta complicidad que te obliga a tomar la taza con las dos manos.

Si tienen recomendaciones de té (y cafés, ¡por supuesto!) pasen por acá a dejarlas. Se agradecerá que colaboren con este recién adquirido vicio.

Síguelos (porque además tienen buenas promociones):

@CoffeeBeanMx

Y pregunten por el #menusecreto 😉

Los consentidos…

Creo que todos tenemos piezas en la casa que atesoramos infinitamente: por su valor sentimental, quizá económico, porque toda tu vida soñaste con tenerlas, o porque simplemente son lindas, muy lindas.

Hoy quiero comenzar a compartir con ustedes algunos de los tesoros que guardo en mi cocina… son objetos que me gustan mucho, o que los veo y pienso cuán útiles son, o que me gusta presumir y usar con frecuencia (no sé, son algunas de las cosas en mi cocina que más quiero).

De igual forma en que comparto algunas de mis recetas favoritas en este blog, hoy comenzaré a compartir también algunos de mis objetos favoritos:

1. La vajilla de mi abuela

Vajilla

Cuando quitaron el departamento de mi tía-abuela, ella me mandó decir que revisara la vajilla, “a ver si me la quería quedar”… y me volví loca, la amé con locura y pasión. Es para 24 personas y está prácticamente completa, tiene piezas en auténtico desuso como la sopera, o la salsera, pero me parecen maravillosas para servir otras cosas. Me encanta que los bordes dorados ya se ven desgastados, y que la parte de abajo de las piezas no es perfecta. No sé si ya se lo dije pero si sí, lo repito:  yo, como María Antonieta, tendría una vajilla para cada ocasión.

2. Peltre, peltre

Peltre

Me encanta la sencillez y calidez del peltre. Tengo las clásicas macetas y cubetas, pero estas tres jarritas me gustan mucho. La blanca es de ikea y va para todo: desde servir agua, hasta florero. La de flores y la chiquita son de una tienda en Praga que se llama Manufaktura, una la compré yo y la otra me la trajo mi hermana. Sí, las he usado para servir el café, el chocolate y la crema o para poner los cubiertos en un buffet, son lindas.

3. ¡El mortero!

Mortero

Es pesado y es rojo, y es uno de mis aditamentos consentidos. La cocina ha evolucionado muchísimo y tienes procesadores, molinos, freidoras y hornos de convección, pero pocas piezas tan románticas – y útiles – como el mortero. Y el mío… es rojo.

¿Ustedes también tienen piezas favoritas en su cocina?